Nota del Editor de H|M|S
No fue una edición más la de Baselworld de este año. Pero lo especial no estuvo en las cualidades de los relojes que se presentaron, precisamente. La feria tuvo lugar en medio de dos grandes amenazas. “Las sombras de la relojería suiza”, podría titularse si fuera una película. Esas sombras son, por un lado, factores económicos mundiales que, al sumarlos, redondean un alerta roja y un panorama negro. Y por otro, la irrupción de los smartwatches, especialmente el de Apple, anunciado días antes del comienzo de Baselworld.
En las entrevistas con H|M|S, los ejecutivos de las marcas se animaron a opinar con contundencia. Y las confidencias en voz baja que recogimos de gente de la industria en stands, pasillos y cafés, completaron un cuadro de preocupaciones.
Don’t get Smart.
La llegada de los relojes inteligentes y conectados al teléfono puso en alerta a la industria suiza. El sólo recuerdo del daño que produjo la irrupción del cuarzo y los relojes japoneses en la década del ’70, eriza la piel.
¿Cómo reaccionó el mundo de la relojería suiza en Baselworld? El primer impacto fue demoledor. Con solo pararse en la entrada, antes incluso de cruzar los molinetes, la imagen del logo de Tag Heuer junto al de Google y especialmente al de Intel, fue un tema de conversación ineludible en la feria (ver foto en la galería de este artículo).
Tag Heuer anunció que creará un reloj en conjunto con esas dos empresas. Es decir, une su nombre y trayectoria de relojería suiza, ligada a la artesanía de la micromecánica (recordemos que en 2012 había ganado la “Aguja de oro”, el premio máximo de la industria en el Grand Prix de Ginebra por su reloj Mikrogirder”), nada menos que al más grande fabricante de chips del mundo, que es Intel.
Los comentarios en off the record que recogimos fueron diversos, pero ninguno fue precisamente tibio. “Se están disparando en el pie”, opinó el encargado de marketing de una importante marca. “Es una jugada maestra de Jean-Claude Biver”, elogió alguien aún cuando no trabaja para el grupo LVMH.
Nosotros le trasladamos esta inquietud a Guy Sémon, Director General de Tag Heuer, en la entrevista que nos concedió para las cámaras de H|M|S.
_ Este acuerdo con Google e Intel, ¿puede redundar en una pérdida de identidad de Tag Heuer?
_ “No. Esto es como con la industria automotriz. Si comparas un auto de los años ’70 u ’80 con los de hoy, vas a encontrar que los de hoy tienen diversos dispositivos electrónicos, como el GPS. Pero si uno compra una Ferrari, lo hace porque la parte emocional. Sobre los relojes conectados, no estamos seguros de qué pasará con este segmento. Pero si yo quiero saber adónde va un tren, lo que tengo que hacer es comprar un ticket y subirme. Y eso es lo que estamos haciendo”.
Por lo bajo, los argumentos que escuchamos para desestimar el riesgo ante esta ola tecnológica que se viene fueron tales como “¿Quién va a querer comprar un reloj cuya batería dura solo 18hs, o que en dos años queda viejo porque sale un modelo nuevo?”.
Sin embargo, a la hora de encender los micrófonos, también encontramos respuestas y análisis muy interesantes.
“El 70 por ciento de los estadounidenses, por ejemplo, no usa reloj de pulsera. Y los smartwatches son una oportunidad para que mucha gente se acostumbre a usarlos, y que desde ahí luego se inclinen por piezas emocionales y mecánicas como las suizas”, nos dijo Patrik Hoffmann, CEO de Ulysse Nardin.
En la misma línea de pensamiento, Ricardo Guadalupe, CEO de Hublot, aportó otro dato: “Suiza produce 20 millones de relojes por año y en el mundo hay mucha gente que no usa reloj. Si bien creo que el segmento de piezas de entre 300 y 600 dólares puede verse afectado por los smartwatches, para el resto es una oportunidad”.
Es decir, Guadalupe y Hoffmann ven con buenos ojos la llegada de los smartwatches como una forma de agrandar el mercado para la relojería. Pero ni Hublot ni Ulysse Nardin han presentado relojes conectados. Una postura distinta a la de Tag Heuer.
Aldo Magada, quien vivió su primera feria como CEO de Zenith, nos dio una perspectiva distinta sobre cuál podría ser realmente la amenaza, y cuál debería ser la forma de enfrentarla: “¿Qué es lo que hace sentir amenazados a algunos? ¿Los relojes inteligentes? ¿O el hecho de que Apple sea reconocida como una marca de lujo? Lo que sea, para mí no importa. Lo importante que se que seamos suficientemente innovadores e inteligentes para llevar al público nuevos productos y nuevos intereses”, sentenció.
Por lo bajo, los argumentos que escuchamos para desestimar el riesgo ante esta ola tecnológica que se viene fueron tales como “¿Quién va a querer comprar un reloj cuya batería dura solo 18hs, o que en dos años queda viejo porque sale un modelo nuevo?”.
Otras marcas, como Bulgari, Frederique Constant y Breitling, también presentaron relojes conectados.
En cambio, Omega eligió profundizar la técnica tradicional de la industria suiza al presentar un cronómetro que supera los famosos parámetros COSC. Y su presidente, Stephen Urquhart, cuando le consultamos sobre su visión de cómo impactará en la industria suiza esta irrupción de los smartwatches, fue categórico: “He aprendido en la vida a ser muy cuidadoso sobre hacer predicciones. Es tiempo de esperar. ¿Sabés que te propongo? Si venís el año próximo, tengamos la misma conversación, y vamos a saber más…”.
Economía mundial, con poca reserva de marcha.
El cóctel que impacta las finanzas de de la industria relojera tiene ingredientes de todas partes del mundo: revaluación del Franco Suizo, devaluaciones en Rusia, México y Brasil, leyes anticorrupción en China.
“Si quisiéramos, nuestra marca podría tomar toda su producción mundial de dos años, y venderla en sólo un año en China”, nos había contado en estricto off the record un importante ejecutivo dos años atrás. Sin embargo, desde entonces, el gigante asiático viene implementando una feroz campaña anticorrupción que impactó fuertemente en la venta de relojes de oro y que de hecho hizo caer la demanda mundial de ese metal precioso.
“Las exportaciones relojeras suizas fueron de -5% en febrero”. Con esa lacónica frase nos definió la situación el CEO de una importante marca en Baselworld, mientras le colocábamos el micrófono para la entrevista con nuestras cámaras.
Como corresponde, fuimos a chequear esos datos. Y en el informe de Febrero del sitio oficial de la Federación de la Industria Relojera Suiza encontramos que la caída de las exportaciones (comparado con Febrero de 2014) en relojes de más de 200 francos suizos fue del 4%, que en relojes de oro fue del 6,1% y que las exportaciones a Hong Kong cayeron un 21,8 por ciento. La esperanza está puesta en el crecimiento de Estados Unidos y países de Europa (el informe completo se puede ver en http://www.fhs.ch/scripts/getstat.php?file=comm_150202_a.pdf)
Hablando en los pasillos de Baselworld con ejecutivos y retailers ocupados de nuestra región, América Latina, los temas de conversación no fueron ni el nuevo tourbillon de la marca de más allá, ni el repetición de minutos de más acá. El tema eran las monedas. “Suiza revaluó el franco. La última vez que miré, en México el dólar estaba por los 16 pesos. Brasil devaluó, Argentina sigue difícil, y de Venezuela mejor ni hablemos…” fue la frase que mejor definió la situación.
Si no puedes con tu enemigo…
De las dos amenazas, sin dudas las más preocupante es la económica. Allí, sus variables escapan de las manos de la relojería.
En cambio, la llegada de los smartwatches, que pusieron a la relojería en la tapa de los diarios del mundo, abre un desafío importante. Y si el conservadurismo extremo difícilmente sea una buena receta, “unirse al enemigo” puede ser peligroso.
Foto 1: Frederique Constant Horological Smartwatch
Foto 2: anuncio del reloj de Tag Heuer, Google e Intel.
Foto 3: Bulgari Diagono Magnesium.
Foto 4: Breitling B55 Connected.